I: Detective Porter #1: El Cuarto Mono
«Hoy iba a ser uno de esos días. Había habido un montón de esos días últimamente.»
«Se dejaba el trabajo en el trabajo, que era su lugar.»
«No le prestes la menor atención, pues no tiene relevancia ninguna en el orden global del universo.»
« ¿Cómo quieres que hagamos esto? —Rápido.»
«Los cuatro monos proceden del templo Tosho-gu de Nikko, en Japón, que cuenta con tres monos tallados sobre la entrada. El primero se tapa los oídos; el segundo, los ojos; el tercero, la boca, y representan el proverbio “No escuches el mal, no veas el mal, no pronuncies el mal”. El cuarto representa “No hagas el mal”»
«A veces divago, y es necesario un firme manotazo que vuelva a enhebrar mi pobre hilo.»
« —Son tantos los chistes que me acaban de venir a la cabeza que hasta me duele.»
«Hay veces en que la vida se interpone, ¿sabe usted? A veces tienes que hacer cosas por un bien superior.»
« —Conduzco un Ford Fiesta del 88. ¿Te haces una idea de lo que es eso? ¿De la humillación que siento cada vez que me subo, que oigo el chirrido de la puerta al cerrarla y arranco ese monstruoso motor de cuatro cilindros? Suena como un afilador de lápices. Soy un hombre. Necesito esto de vez en cuando. Dame ese placer.»
«Al margen de eso, nunca tuve paciencia para tamaña tontería.»
« —Me encanta este tío. ¿Nos lo podemos quedar?»
«Es mucho mejor que sentarse a esperar a que vuelva. Eso es una locura. Esto tiene un objetivo. Demuestra iniciativa.»
« ¿Qué se te está pasando por la cabeza? Huelo el humo.»
«Es más simple que el mecanismo de un botijo. Me la juego a que si lo encierras en una habitación y vuelves una hora más tarde, te lo encuentras muerto, tirado en el suelo con la lengua metida en un enchufe.»
«Ser imprecisa no es mentir, se dijo. Se me da bien ser imprecisa.»
« —Yo no juego con tus Barbies cuando voy a tu casa. No toques mis cosas.»
«Suicidio por transporte público.»
« —A las mujeres hay que amarlas y respetarlas. Son un don que nos ha sido otorgado.»
«Digamos que parte del bourbon sintió la necesidad de abandonar mis reducidas instalaciones por la rampa de acceso.»
«Había cosas moviéndose a su alrededor. La oscuridad fluía ondulada, flotaba en el aire con una turbia espesura que casi podía paladear.»
«Supongo que cuando uno tiene pensado tirarse delante de un autobús, el sigilo deja de importarte.»
«He presenciado el final de más personas de lo que soy capaz de recordar, y todas ellas parecían albergar la misma expectativa al final, los ojos miraban a la puerta esperando a que llegara su salvador. Pero no llega. En la vida real, el único y verdadero salvador es uno mismo.»
«—Mientras tú te quedabas durmiendo hasta las tantas, los demás hemos
estado trabajando. —Ni siquiera son las siete. —Joder, ya has desperdiciado casi la mitad del día.»
«Emory se dijo que mientras sintiese dolor estaba viva, y que mientras estuviera viva se recuperaría, a pesar de todo lo que pudiera depararle aquella situación.»
«El shock no es más que un mecanismo de defensa del cuerpo: cuando la cosa se pone horrible, apaga el interruptor para compensarlo.»
«No quería tener que hacerle daño, pero se lo haría. Y si tuviera que hacérselo, sabía que podía.»
«A veces las respuestas más simples son las mejores, porque si mientes y la conversación se alarga, esas mentiras se te pueden acabar enrollando en la garganta hasta asfixiarte.»
«—Somos una familia, Sam. Puedes hablar con cualquiera de nosotros o con ninguno. Basta que sepas que estaremos todos aquí cuando estés listo.»
«Ya estoy viendo los titulares: “Detective escapa de asesino en serie para estrangularse él solo en la cama del hospital”.»
«—Pervertido. —Sí, un orgulloso y destacado miembro del club.»
«Querían instalarse en la sala de operaciones, pero los he metido en el cuarto del otro lado del pasillo. […] — ¿El cuarto donde huele tan raro? —Sí. Son federales. A lo mejor son capaces de descubrir de dónde sale.»
El detective de la policía de Chicago Sam Porter investiga el caso de un hombre atropellado, pues los indicios en la escena del crimen apuntan a que se trata de El Cuarto Mono, un asesino en serie que ha estado aterrorizando la ciudad.
Su modus operandi consistía en enviar tres cajas blancas a los padres de las víctimas que secuestra y mata: una primera con una oreja, una segunda con los dos ojos, y otra con la lengua; y finalmente dejar abandonado el cuerpo sin vida en algún lugar.
El hombre atropellado llevaba una de esas cajas blancas. Se inicia así una frenética carrera contrarreloj para averiguar dónde se encuentra encerrada la próxima víctima.
No puedes sino sentir algo de compasión hacia el asesino. Por todo lo que ha pasado, la razón de sus crímenes, y respeto por el punto final que le pone a la historia.
Los capítulos son bastante cortos, y siempre terminan soltando una bomba y dejándote a medias; algo que te “obliga” a leer el siguiente, haciéndolo todavía más adictivo, ya que alterna capítulos (en 3ª) de Porter, su compañera Clair, el asesino y la víctima.
Mi personaje favorito ha sido Nash, sin lugar a duda, con su encantador sarcasmo en todo momento. Me encanta.
Es de esos libros que puedes volver a leer para fijarte en los detalles que la primera vez no viste relevantes, pero que al final tienen gran importancia, y verlo todo desde “otra perspectiva”.
Eso sí, por ponerle algo malo, hasta la mitad del libro me estaba preguntando por qué tanta gente lo recomendaba, parecía que el caso no avanzaba, pero después es cuando te empieza a dar giros y lo entiendes.
Ni que decir tiene, que leer la perspectiva del asesino cuando era un niño: los valores que le inculcaron, lo que pasó, lo que vió y lo que hizo, es un punto de vista que me ha gustado mucho.
Muy recomendable, sí.