Rabia, Stephen King

 «Los retretes de las escuelas secundarias son siempre iguales; hacen un ruido semejante al de un 747 al despegar. Siempre me ha repelido tirar de esas cadenas porque pienso que el ruido es claramente audible en la clase contigua y que todo el mundo se dirá: Bueno, ahí va otra descarga. Siempre he creído que un hombre debe estar a solas con lo que mi madre insistía en llamar “limonada y chocolate” cuando yo era pequeño. El retrete debería ser una especie de confesionario. Pero te frustran. Siempre te frustran. No puedes ni sonarte la nariz sin que se enteren. Siempre tiene que enterarse alguien, Siempre tiene que asomarse alguien furtivamente.»

«Las palabras sonaron de nuevo en mi mente, apagadas, como si surgienan de una gran profundidad. Eran como tiburones, como mandíbulas llenas de dientes que acudían a devorarme. Palabras con dientes y ojos.»

«Evidentemente habían estado practicando el gran juego de salón norteamericano de En Realidad No Les Hemos Oído, ¿verdad?»

«No deseaba la salvación. Ya había sobrepasado ese punto, o quizá nunca lo había alcanzado. Lo único que deseaba era reconocimiento… O, tal vez, que alguien trazara un círculo amarillo de apestado alrededor de mis pies.»

«A veces las cosas suceden así. Cuando todo va muy mal, tu mente arroja todo a la papelera y se marcha un rato a Florida. Y se produce un repentino destello eléctrico (¡qué diablos!) mientras te quedas allí, mirando hacia atrás, hacia el puente que acabas de quemar.»

«Dudo que en ese instante hubiera en mi cabeza algo más que el habitual sonido de electricidad estática de fondo, ese que se oye en la radio cuando se aumenta el volumen al máximo sin haber sintonizado ninguna emisora. Mi cerebro, por así decirlo, se había conectado a la red; el tipejo con el sombrero de Napoleón que llevaba dentro tenía los ases en la mano y había decidido apostar.»

«[…] existe un Mr Hyde para cada feliz rostro de doctor Jekyll, una cara oscura al otro lado del espejo.»

«El otro lado del espejo demuestra que el universo tiene la lógica de un chiquillo vestido de vaquero en la noche de Halloween, […]»

«Es la lógica del napalm, la paranoia, las bombas en la maleta de esos árabes felices, el carcinoma fortuito. Esta lógica se devora a sí misma e indica que la vida es un mono sobre un palo, que gira histérica y errática como esa moneda que se lanza al aire para decidir quién paga el almuerzo.»
«Y esa naturaleza extraña no sólo se halla en el exterior, sino también dentro de uno, en este mismo instante, creciendo en la oscuridad como un puñado de setas mágicas.»

«No existe medida de tiempo que exprese la esencia de nuestra vida, que mida el tiempo entre la explosión del plomo en el orificio del cañón y el impacto en la carne, entre el impacto y la oscuridad. Sólo hay una inútil repetición instantánea que no demuestra nada nuevo. Disparé, ella cayó, y se produjo un silencio indescriptible, un lapso infinito, y todos retrocedimos un paso, contemplando cómo la bola daba vueltas y vueltas, saltando, vacilando, relampagueando un instante y siguiendo su marcha, cara o cruz, rojo o negro, pares o nones. Creo que en ese momento terminó. De veras lo creo. No obstante a veces, en la oscuridad, pienso que ese espantoso momento fortuito y casual todavía dura, que la rueda aún gira, y que todo lo demás ha sido un sueño.»

«¿Cómo debe de ser la caída desde lo alto de un precipicio para el suicida? Creo que debe de experimentar una sensación de cordura. Probablemente por eso gritan hasta el instante de estrellarse contra el fondo.»

«Estaba a punto de sentarme o caer al suelo.»

«Pero si tuviera que decir algo al respecto, afirmaría que han olvidado qué es ser joven, vivir en estrecha intimidad con la violencia, […]»

«Se trataba de esa melodía histérica, parecida a los cantos tiroleses, que es la última moda en sirenas de ambulancias. Siempre he pensado que algún día los vehículos de servicio de emergencia se volverán un poco más inteligentes y dejarán de asustar a aquellos a quienes acuden a salvar.»

«Era como participar en una gran partida de póquer. Imagina a un tipo que lleva toda la noche ganando mucho, que ha acumulado un montón de fichas y, de repente, empieza a perder, no un poco, sino mucho cada vez; uno querría compadecerse de él, pero ha de olvidar ese sentimiento y lanzarse a por él, o arriesgarse a una derrota completa.»

«Su voz delataba irritación, impotencia y miedo. Parecía un hombre que acabara de descubrir que no tenía a nadie a quien cargar la responsabilidad de los hechos.»

«(la sorpresa a veces actúa así; de repente uno se ve lanzado al vacío, como un piloto de un cazabombardero expulsado de la cabina por su asiento eyector, y pasa de una vida aburrida que parece un sueño a participar en un suceso abrumador, sobrecargado de realidad, y el cerebro se niega a adaptarse a la nueva situación; lo único que cabe hacer es continuar en caída libre y confiar en que, tarde o temprano, se abrirá el paracaídas).»

«Quizá lo habría descubierto más profundamente sobre la cuestión, pero las cosas se sucedían con gran rapidez.»

«[…] para papá la vida era como un valioso coche antiguo. Po ser precioso e irremplazable, lo mantienes inmaculado y en perfecto estado.»
«Si un pájaro se caga en el parabrisas, se limpia antes de que pueda secarse. Esa era la vida de papá, y yo era la cagada de pájaro en el parabrisas.»

«En cierto modo resultaba curioso: no tenía la menor sensación de estar haciendo algo malo, sino sólo algo divertido. La percepción selectiva de los niños es algo muy extraño.»

«—¡qué susto puede llevarse uno cuando un adulto lanza un grito!—»

«Estaba pinchándole —pinchándole hasta el límite— y nadie me pedía que le dejara en paz. Era increíble.»

«Un jodementes, un opresor de cabezas en posesión de un puñado de instrumentos inquisitivos. Para eso están los psiquiatras, amigos y compañeros míos; su trabajo consiste en joder al perturbado mental, preñarle de cordura y parlotear mucho.»

«—Déjanos ayudarte, […]
—Si os dejara, os estaría ayudando a vosotros […]. Y me niego a hacerlo.»

«En las ciudades pequeñas siempre hay mentes estrechas dispuestas a pensar que, de tal madre, tal hija.»

*el precio de la sinceridad siempre es muy elevado*

*la locura siempre es cuestión de medida*

*estaba a punto de ascender directamente al cielo o caer en picado al infierno*

«Todos lo entendían. No era lo mismo que comprenderlo, pero resultaba suficiente.»

«Pareció que duraría eternamente, que los años pasarían como hojas arrastradas por el viento, que los coches se convertirían en montones de chatarra, que las casas se habrían derrumbado, que los padres se habrían transformado en polvo, que las naciones habrían vivido períodos de auge y decadencia.»

«Cuando llevas un rato bajo la protección de alguien, empiezas a detestar la situación; […]»

«Habría escupido al mismísimo Hitler. Así de furioso me sentía.»

*el espectáculo eran ellos, no yo*

«He advertido que las chicas bonitas son también las mejores domadoras de leones.»

«La irritación es una emoción muy difícil de dominar para una adolescente programada.»

«[…] yo mantenía hasta entonces la creencia de que las cosas cambian, pero las personas no. Me causaba cierto horror empezar a comprender que durante todos aquellos años había estado jugando a béisbol en un campo de fútbol.»

«[…] fragmentos de sueños y fragmentos de realidad. Resultaba imposible separar unos de otros. La locura empieza cuando uno no puede ver las suturas que mantienen unido el mundo.»

«Algunos días volvía a casa sintiéndome como una cuerda de guitarra tensada cinco octavas por encima de su posición adecuada.»

«En cada uno de nosotros debe de existir una línea muy clara, como la que separa el lado iluminado de un planeta del lado de las sombras.»

«Análisis transaccional, amigo. Estúdialo. El Bombardero Loco, ese pobre desgraciado de Waterbury, Connecticut, debió ser el norteamericano mejor adaptado del último cuarto de siglo.»

«Quizá había olvidado, o no había sabido nunca, que los niños crecen recordando cada golpe y cada palabra burlona o desdeñosa, que los niños crecen y quieren devorar vivos a sus padres.»

*había sucedido porque yo ya era lo bastante fuerte*

«Sin embargo siempre he sido muy astuto y no olvido las lecciones que he aprendido.»

«[…] uno puede tomar la medida a cualquiera si tiene un palo lo suficientemente grande.»

«Cuando te haces daño a los 5 años, lo anuncias a todo el mundo con gran alboroto; a los 10, lloriqueas, pero cuando cumples los 15 empiezas a tragarte las manzanas envenenadas que crecen en tu árbol del dolor. Es el camino occidental hacia el conocimiento. Empiezas a meterte los puños en la boca para acallar los gritos, sangras por dentro.»





Charles Decker es un adolescente de 18 años que sufre de esquizofrenia, al que quieren internar en un correccional por agredir a un profesor con una llave inglesa, provocándole un grave traumatismo craneal.
Pistola en mano, y para que no lo encierren, secuestra a su clase toda una mañana.

Para que la situación sea más llevadera Charles les cuenta parte de su infancia y su adolescencia; mientras, el ambiente empieza a caldearse entre los alumnos, y pronto comienzan a atacarse verbal y físicamente, contagiados de la demencia de Charles.





Este libro fue prohibido en varios países debido a que algunos jóvenes lo usaron de inspiración para sus respectivas venganzas escolares.
Pues bien, a mí no me parece para tanto.
Basándonos en eso, deberían prohibir cualquier libro que trate cualquier tipo de violencia, ya que la gente es tan susceptible…

Y el caso es que no trata de matanzas escolares o venganza o tomarte la justicia por tu cuenta; sino sobre el poder que ejercen los adultos sobre los más pequeños. Y también de cómo infravaloramos a los niños (y después adolescentes), de cómo creemos que no se “enteran” de nada, o las cosas no les afectan de igual manera que a los adultos.
Eso no es así.
Como dice C. J. Tudor en El Hombre de Tiza: «La gente cree que los críos viven libres de preocupaciones. Pero no es así. Las de los niños son más grandes porque ellos son más pequeños.»
Un adulto tiene preocupaciones, sí; pero también posee (en la mayoría de los casos) herramientas y apoyo para combatirlas.
Un niño no.
Los niños que han sufrido traumas o situaciones que les hacen madurar más deprisa, tienen que desarrollar aptitudes propias de los adultos para sobrellevar una responsabilidad que no debería ser suya. Estos niños no poseen las armas para enfrentarse a esos problemas, y esto sumado a la infravaloración que reciben de su entorno, no es bueno.
La gente no suele tomar en serio las inquietudes de los más jóvenes, por el simple hecho de serlo. Pero de hecho es más importante, porque es entonces cuando una persona desarrolla las características de su personalidad, y su entorno es clave para 
Si le enseñas a un niño cómo tratar la ansiedad, de adulto ya tendrá esa herramienta.
Si acostumbras a un niño a ser objeto de acoso (dentro o fuera de casa), injustamente y sin consecuencias; estarás creando un individuo con un potencial peligro hacia sí mismo o hacia los demás.

Dicho esto, me ha gustado mucho este libro. King, señoras y señores, qué más puedo decir.
⭐⭐⭐⭐⭐